Visita a Oporto - Día 2

Día 2. Domingo. Hoy toca día cultural. Las únicas visitas planeadas, las de dos de los principales iconos del Oporto moderno: la Casa da Música y la Fundación Serralves. Aprovechando la cercanía del hotel a la primera, empiezo por ahí. Eso sí. Primero desayunar. Eso sí. ¿Dónde? El domingo no es un día especialmente propicio para encontrar cafeterías abiertas. Tras despachar un desayuno en la primer local que encontré abierto, justo al lado de la Casa da Música, procedo a disfrutar de la impresionante arquitectura del auditorio portuense. Un edificio de formas imposibles, que maravilla desde el hall hasta la última de sus salas o terrazas.



Tras diez minutos deambulando arriba y abajo descubro que lo que se puede ver al doblar la siguiente esquina o subir la próxima escalera no van a ser las únicas sorpresas agradables de la mañana: a las 12.00 del mediodía tendrá lugar un concierto, "Carnaval no Faroeste", ejecutado por la Orquesta Sinfónica do Porto. Sin duda empiezan fuerte, con la más conocida de todas, la banda sonora de Los siete magníficos de Bernstein. En total, 7 piezas, entre las que también destaca la correspondiente a Bailando con lobos. Pero para nada es la música lo más original del concierto, sino la parte carnavalesca. Todos los músicos ataviados con disfraces y añadiendo una parte teatral a la musical, con uno ejerciendo de cow-boy malo, que usurpa el puesto de director con toda la orquesta sonando desafinada. Al final, lo desafinado no es causa de un efecto teatral, sino de que ningún músico está tocando el instrumento que le corresponde.


Tras el concierto y aprovechando lo soleado de la mañana, decido ir a Matosinhos, en busca de alguna terraza. Y la encuentro, Lais de Guia, encima de la misma playa, en una mesa cara a cara con el Atlántico. Cuando me llega la comida, algo ligero para purgar los excesos del bacalhau de la noche anterior, las nubes ya habían sustituido al sol. Y unas gotas me invitaron a largarme a la sobremesa. Próxima estación: Fundación Serralves. Una gozada el trayecto, recorriendo la costa atlántica y siguiendo por la ribera del Duero. Un atasco ayudó a prolongar el disfrute.


En la Fundación Serralves visito exclusivamente el Museo de Arte Contemporáneo de Oporto. No es que tenga la exclusiva de la visita, sino que, lamentablemente no puedo dar un paseo por el entorno, que a tenor de lo que se puede leer por internet merece la pena. La exposición principal en el momento es "Sou imortal e estou vivo", del francés Gil J Wolman. Aun no soy muy aficionado a según qué tipo de arte, la exposición está interesante. Y a una mala, siempre se puede uno entretener sacando unas fotos. Con todo, acorto la visita, ya que no quiero llegar tarde y quedar sin entrada para el concierto de la noche. Finalmente la consigo, ya en el segundo anfiteatro. Desgraciadamente, el Cafe Progresso (r. Actor Joao Guedes 5), otra de los puntos en la miniguía que me había confeccionado, está cerrado (al igual que al día siguiente) para tomar un café antes de la vuelta al hotel.


A las 21.00 (más bien un poco más tarde) daba comienzo el concierto en el Coliseu do Porto (r. Passos Manuel, 137), con el grupo barcelonés Che Sudaka saltando a escena. Me recordaron mucho a Mano Negra, buen directo, a tope de energía y mezclando estilos, hip-hop, ska... Al final de su actuación la pista de abajo seguía medio vacía. Y yo preguntándome qué hacía en el segundo anfiteatro. Sin embargo, cuando los Gogol Bordello asomaron al escenario, tras una larga media hora de espera donde ya se escuchaban los silbidos de impaciencia, estaba lleno y la gente seguía entrando. Si lo de Che Sudaka había estado animado, lo de los neoyorkinos fue un ciclón. A los 10 minutos estaba deseando poder estar en la pista saltando. A los 45 min. y la vista de los pogos y demás, me di cuenta que no tenía ni edad ni apoyo logístico para estar allí abajo. Punk con el ritmo pegadizo de la música balcánica. Y el cantante, Eugene Hütz, un animal de escenario (o un animal, simplemente, no lo sé). Si él lo dio todo en el concierto, el pobre hombre que tenía que ir detrás suyo recogiendo pies de micro abatidos, botellas tiradas de una patada o lanzando una toalla y demás también se ganó el sueldo.


A las 00.15, más que satisfecho del concierto y más que cansado, regreso al hotel. Paso por delante del Café Guarany (Avenida dos Aliados 89) donde tenía pensado cenar esa noche (café histórico de Oporto, con su pianista, etc); pero los camareros ya están sirviéndose la cena a sí mismos. Así que el lunes será otro día. El día 3.

[Fotos: Visita a Oporto. Día 2]
[Fotos: Visita a Oporto - Detalles]
[Fotos: Visita a Oporto - Gastronomía]